JULIA, persiguiendo un sueño sobre dos ruedas!


Hoy os presentamos a la Calabresa, Julia Muñoz, una apasionada del deporte. Ella está lejos de su casa para perseguir su sueño y hoy tenemos el placer de presentártela aquí, hemos hablado con ella y esto ha sido lo que nos ha contado:




¿De dónde viene tu pasión por el deporte?


La verdad es que no sé de dónde viene esa pasión por el deporte. De pequeña era bastante trasto, siempre estaba jugando, era muy activa. Y supongo que fue entonces que empezó a formar parte de mi vida. Siempre estaba jugando a fútbol en la calle con los vecinos, con mis primos… 
A los 9 años empecé a competir en atletismo con el equipo del colegio en Cabeza del Buey. Aunque solía ganar no me acaba de gustar. Así que, desde entonces y hasta que acabé la etapa universitaria, seguí jugando al fútbol en equipos femeninos y siempre con la bici, aunque nunca pensé en la bici para competir, quizás porque no había un club cerca ni competiciones hasta que no se puso tan de moda… Si el ámbito deportivo hubiera sido como lo es ahora, seguro que practicaría seriamente y competiría en ciclismo. Ciclismo es el deporte que realmente practico. Tanto carretera, como  BTT, y alguna que otra vez practico descenso.

¿Siempre te ha gustado llevar una vida muy activa?


Sí. El deporte o ser activa y por ello moverte más en el ámbito deportivo al final es una forma de vida. No concibo la vida sin deporte. Y cuando por trabajo u otras ocupaciones no puedo hacer deporte durante la semana siento que no estoy nada a gusto, es una necesidad, es parte de tu forma de vivir. También cuando tengo días libres o vacaciones aprovecho para hacer algo deportivo con amigos, probar nuevas actividades, diferentes lugares… 
Entonces, sí, soy bastante activa en este sentido, el deportivo.


¿Por qué te aficionaste al motociclismo?

El motociclismo es un deporte que siempre me ha gustado, desde pequeña. A parte de aficionada al ciclismo, soy muy aficionada a las motos, a los deportes de motor en general, pero al motociclismo en especial. Nunca tuve a nadie cerca en mi infancia que me aficionara a este deporte, es más, siempre quise tener moto y nunca pudo ser viviendo en casa, claro. Así que cómo me aficioné a este deporte creo que tiene que ver con un gusto personal. Ponía las motos en la tele y me pasaba horas viendo las carreras. Me gustaba escuchar a mis amigos hablar de motos y de coches y poco a poco empecé a entender algo de mecánica. El motociclismo es un mundo que envuelve muchos aspectos. La mecánica, la indumentaria, la tecnología, el físico, la mente. Si te gusta el motociclismo es porque te gusta todo eso, entiendes que todo eso influye y también que te gusta vivirlo como aficionado, desde estar en un bar viendo las carreras hasta el olor a gasolina o sentirte en tu salsa cuando compartes en vivo esa experiencia de las carreras, rutas o encuentros moteros, disfrutar de una conversación sobre el tipo de neumáticos, los frenos…
Aunque nunca he podido practicar motociclismo como deporte, hasta ahora, sí he practicado la afición al motociclismo, rutas, compartirlo con otros seguidores y apasionados de este deporte y, en definitiva, hacerlo desde la barrera. Supongo que por todo esto la afición ha ido creciendo cada vez más. Y he ido encajando esa pasión en mi parte profesional. Y esto ha hecho que desarrollara un proyecto personal que tiene que ver con el deporte, mi especialización académica en biomecánica deportiva y el motociclismo. He reunido mi pasión deportiva y formación académica y he querido buscar la forma con la que dedicarme profesionalmente a ello.


¿Explícanos a qué te dedicas en tu día a día en tu trabajo?

Actualmente estoy desarrollando un proyecto personal que tiene que ver con la biomecánica deportiva, en general, y con el motociclismo, en especial. Deportiva porque tratamos varios deportes, como el ciclismo, el running… y en especial el motociclismo porque es un deporte complejo y somos pioneros en él.

Cuando empecé a estudiar Ciencias del Deporte encontré que la asignatura de biomecánica me podía hacer entender que un piloto debía estar físicamente muy preparado. Sin embargo, incluso a día de hoy, aunque hayan pasado ya 8 años desde que cursé aquella asignatura en la carrera, no hay métodos o tecnologías preparadas para entender qué esfuerzo realiza un piloto y cómo lo realiza. Hay muchas teorías, pero pocas realmente comprobadas. Esto es debido a que la tecnología, aunque exista para medir por ejemplo esfuerzos musculares, es difícil hacerlo sobre la moto por las velocidades a las que van, la dificultad que añade la electrónica  porque influye en captura de las señales, o la dificultad de manejar tal cantidad de datos… 

por no hablar de que no haya una profesión adaptada para conocer esos detalles o que sean unos detalles a los que hoy en día no se les presta atención por desconocimiento, me arriesgaría a decir. Pero desconocimiento en muchos sentidos. Desconocimiento de los ingenieros y pilotos, desconocimiento del aficionado por ser algo complejo de entender y poco práctico al momento o desconocimiento por los propios profesionales del deporte, como preparadores físicos o fisioterapeutas, porque no tienen formación suficiente en biomecánica para utilizar esos datos o para que la biomecánica sea una herramienta de eficiencia en el rendimiento en este deporte como ya lo es para otros deportes como el running, ciclismo, etc.


Entonces, en mi trabajo, en mi proyecto, hemos desarrollado en un simulador de motos un mecanismo para simular la frenada. Este mecanismo de simulación de la frenada lo que hace es ofrecer una resistencia programable al tocar el freno. De esta manera, hay una carga que les empuja hacia delante. En esta acción, en la que el piloto ejerce contra el manillar una fuerza que está programada dependiendo de su fuerza máxima en tren superior, medimos cómo se están activando los músculos del tren superior. Podemos medir cualquier músculo a nivel superficial. Trapecios, deltoides, tríceps, pectorales, flexores y extensores de los dedos… Nosotros medimos los que más se activan durante la frenada. Y esta información a través de  un test de unos 30 minutos en los que llevamos al piloto al máximo, llegando a realizar unas 70 frenadas, nos permite conocer cómo se produce la fatiga muscular, en qué músculos, si existen descompensaciones o dismetrías musculares, dolores, etc. Y si el piloto viene de una lesión, podemos ver si se encuentra totalmente recuperado o si en un momento determinado, los dolores vuelven, si existen sobrecargas o si la calidad muscular no es la esperada. Esto es posible gracias a la electromiografía muscular, que da información sobre la actividad eléctrica del músculo, y con la fotogrametría 3D, que son grabaciones del movimiento, herramienta con la que podemos ver esos momentos de activaciones musculares, pudiendo ver además cómo está colocado el piloto, los ángulos, cómo realiza el movimiento, a qué velocidades, etc.

Esta situación de medición es simulada porque a día de hoy es imposible aplicar esta tecnología en la situación real por lo comentado antes.
Pero además, toda esta tecnología la usamos para medir la fatiga muscular en ciclistas, para medir el trabajo muscular en corredores y para medir el trabajo muscular en cualquier persona que haya atravesado un periodo lesionada, pudiendo ver la calidad muscular y si en esfuerzo muscular existe una total recuperación.

Pero este trabajo no consiste solo en recoger datos y dar resultados. En realidad el trabajo consiste en recoger datos, limpiar aquellos que no sean buenos, tratarlos, aplicar estadística y dar unos resultados plasmados en un informe con gráficas, números, explicaciones, capturas del movimiento. Yo suelo decir que para cada deportista es como un pequeño artículo científico. Y es que realmente es así. A veces es bastante poco agradecido, solemos decir mi compañero y yo en plan desesperados a veces, porque es mucho tiempo invertido y si te confundes en un dato, tienes que volver a repetir todo el tratamiento o toda la estadística. Pero también hacemos algo muy exclusivo, pionero y, espero, que algún día nos traiga grandes alegrías.


¿Cuál ha sido tu formación académica?

Estudié en Cáceres Ciencias de la actividad Física y del Deporte. Después un máster en Valencia sobre Alto Rendimiento en Deportes de Motor. Otro máster de Alto Rendimiento y Tecnificación con orientación investigadora en Barcelona. 
Y, finalmente, un máster en Especialización Biomecánica por el Instituto de Biomecánica de Valencia. Creo que una vez haces el segundo máster, es como una colección normal en tu vida… No, bueno, supongo que mis inquietudes y mi falta de conocimiento en algunas áreas para llegar a hacer lo que quería, biomecánica deportiva y principalmente en el motor, me han hecho ir de máster en máster formándome en diferentes áreas. 
Aunque, sinceramente, siempre vi muy lejos desarrollar este proyecto. Ha sido una casualidad la acumulación de factores que han hecho posible desarrollarlo. Porque al igual que tengo algún que otro máster, irónicamente hablando, también he pasado por muchos trabajos  de los que he vivido precariamente para costearme los estudios. Por lo que esta casualidad, no ha sido tampoco nada fácil, pero sí muy esperada.



¿Por qué decides irte a Barcelona?

Quería estudiar un máster más orientado a la investigación, en un lugar con mayores oportunidades laborales, para costearme los estudios, y donde el motociclismo estuviera desarrollado. Como en Valencia no se cumplían las expectativas laborales, decidí irme a Barcelona. Solicité para el máster, en el que además podía hacer algo relacionado con el motociclismo, me cogieron y no me lo pensé tres veces, porque dos veces sí me lo pensé. 
No sería fácil. Suponía irme más lejos, sola, a una ciudad más cara, sin saber si allí me podría ir bien, dejar amigos en una ciudad en la que me gustaba vivir… Y hoy, pues estoy encantada, aunque a veces es difícil vivir aquí, al menos para mí, que me crié como tú en un pueblo pequeño. A veces me sobra mucha ciudad.

¿Te gustaría volver cerca de tu pueblo en un futuro?

Contestando sin pensarlo mucho digo que sí me gustaría volver a Fuenlabrada de los Montes. Contestando en un día de esos de los que acabas tan harta de la ciudad, también digo que sí. Contestando un día cualquiera en esos de los que estás comprando el pan y piensas… esta gente no sabe lo que es pan de verdad, te digo que sí. Y en muchas circunstancias más que vivo a diario te digo que sí. Pero la realidad es que no sé con qué motivo volvería. Si es en activo, y dedicándome a lo que quiero dedicarme, sé que no podrá ser o no alcanzo a ver cómo podría dedicarme a lo que quiero allí. Y no me veo viviendo en Madrid, por ejemplo, que está relativamente cerca de nuestro pueblo y nuestra tierra. Si tengo que seguir viviendo en ciudades, que al menos sean como Barcelona o Valencia, con mar y montaña cerca. 
Pero en un futuro, si no me salen los planes, o si ya no estoy en activo, puede que sí vuelva. Pero no me gustaría volver porque no me hayan salido mis planes profesionales aquí. Si vuelvo pienso que sería porque se ha dado la circunstancia, lo he decidido así y allí va a estar mi felicidad completa o mis necesidades cubiertas. A día de hoy no es así. Tampoco es que sea una situación idílica la mía en Barcelona, pero me compensa más estar aquí de momento, a pesar de echar tanto de menos y perderme tantas otras muchas cosas. Lo que hace que aquí no vaya a estar totalmente bien nunca, quizás. Pero hay que elegir. Y supongo que también se elige con el momento que vives, y mi momento hoy, pues es estar aquí, en Barcelona.


¿Qué te gusta hacer cuando vuelves a tu pueblo?

Cuando vuelvo no paro. Aprovecho para estar con la familia y amigos, por supuesto. Lo hago adaptándome a todos. Con mi familia en casa o yendo a algún sitio. Con mi sobrino salgo a hacer deporte, sobre todo bici, pero también hacemos alguna escapada en coche o en quad al campo. Con mis amigos depende, con unos a tomar algo, con otros salir al campo, pasear por el pueblo, con otros visitarlos a sus casas y hacer petit comité o reunirnos en lugares como la piscina de uno, el chalet del otro... Vamos, las cosas de siempre. Porque son las cosas de siempre las que me recuerdan de dónde vengo y me hacen querer volver siempre. Y comer rico en casa, dormir en mi cama, disfrutar de los olores, las buenas sensaciones de siempre, disfrutar de nuestros rincones y preciosos lugares de la Siberia extremeña… Fíjate, disfruto hasta de escuchar nuestro acento, me encanta escucharos hablar, recuperar el acento, el deje y las palabras tan nuestras.

¿Qué es lo que más echas de menos de tu pueblo, Fuenlabrada de los Montes?

Mi familia, cada uno de ellos, mis amigos, la forma de vida con menos estrés, el no perder tanto tiempo en idas y venidas a los sitios, el que haya menos tráfico, o nada de tráfico mejor dicho, la naturaleza, pero la naturaleza de verdad, la de ver bichos, el cambio de nuestros campos con el cambio de estaciones, bañarme en verano en los pantanos para soportar el calor seco del verano, los umbrales ardiendo todavía a las 10 de la noche en verano, las costumbres, nuestra gastronomía, los olores… echo muchas cosas de menos, pero las personas sobre todo. Nuestro carácter y nuestra forma de ser.